sábado, marzo 24, 2007

Mad world

Antes de que me diera tiempo a arrepentirme fui a la peluquería y me corté el pelo. Y me gusta cómo me ha quedado, es lo que tiene cuando dices qué es exactamente lo que quieres y te hacen caso. Mis amigos pusieron cara de "¿Y a eso le llamas cortar un poco las puntas?" pero también opinan que así estoy mejor. Esto quiere decir que ya estoy con el "modo primavera" ON, así que espero que no se me activen las alergias demasiado.
Esta semana también he ido otra vez al urólogo, y esta vez había muchos pacientes esperando, he destrozado la media de "hombre, 65" y para ello me he ayudado un poco de un tebeo de mortadelo que había por allí, jeje, me cae bien este médico; aunque me haya dado la misma dieta que al resto de sus pacientes. Yo no puedo sobrevivir el resto de mi vida sin verduras ni frutas ni vitamina C y D. También tengo vetados los mazapanes, aunque no creo que eso me represente un gran problema. Y me ha pasado de 2 litros de agua a 2,5 o 3. Me está empujando al abismo.

jueves, marzo 15, 2007

Lo mas importante no es eso

Tengo un gen que impide que me aprenda las letras de las canciones. Da igual el idioma, los genes no entienden de eso, se expresan y ya está. Y estropean tus relaciones sociales, ¿Cómo me voy a presentar así a un concierto?

Y las canciones que te sabes dicen mucho de cada uno, igual que los objetos que se tienen en la mochila/bolso/cartera/o similar. Hoy he hablado con alguien que lleva desde hace unos días una botella de ron (regalo para un amigo, dice), yo llevo una navaja con tenedor, nunca se sabe cuándo puede ser útil; aunque soy más de bocata.

martes, marzo 13, 2007

De nuevo en la ciudad


Vale la pena estar de nuevo en la ciudad, aunque la vuelta a las clases sea algo brusca y ya tenga que estar todo el día haciendo trabajos y exámenes que no van a ninguna parte. Aunque hoy mi profesora preferida no diera mi clase preferida. Aunque tenga que empezar a madrugar mucho para lo que viene siendo últimamente habitual en mi. Y además no estoy segura de que beber tanto agua sea realmente bueno.

viernes, marzo 09, 2007

Real life

Si algo puede salir mal saldrá mal. Si te vas 10 días al otro lado del mundo tu riñón aprovechará justo ese momento para ponerse a jugar a la petanca. Y te dolerá.

Tampoco ha sido tan malo como parece (o sí), yo me fui feliz, sí, porque ya sabía que había aprobado el cuatrimestre y porque llevo un tercio de mi vida (y no exagero) esperando para irme de viaje de fin de carrera. Y fíjate tú que alegría que además las fechas coincidían con mi cumpleaños, pues ya que estamos lo celebro en La Habana ¿no? que para eso me voy lejos. Y todos tan contentos. O no. Empezamos bien, animados y esas cosas, era la primera vez que viajaba en avión (una, que tiene poco mundo) y no sabía cómo era eso, en mi inocencia suponía que la gente se sentaba, se abrochaba el cinturón, despegaba, se quitaba el cinturón y se levantaba un par de veces para estirar las piernas y que no acabaran como morcillas, se volvía a poner el cinturón y llegaba. Y quizá sea lo que piensa mucha gente, los que ya han volado en avión o los que nunca piensan intentarlo, ¡pero no! Viajar en avión es mucho más que eso, sobre todo si lo haces con un grupo de, llamémosles, por llamarles algo, fiesteros, o borrachuzos, porque montar un botellón a 30000 pies de altura (qué control de la jerga aeronáutica eh?) no lo hace cualquiera. Hay que tener una cierta práctica en sortear a las azafatas, y camelarlas para que, teniendo revolucionado a todo el avión, con todo el mundo de pie (juro que había hasta una pelota de playa, de las hinchables sí) y las botellas gentileza del duty free de mano en mano, que para eso no se pueden meter líquidos de fuera, para que los compres dentro, la tripulación tuvo la genial idea de ponerse a vender licores. Las botellas no llegaron ni a la fila 10.

Si vas pensando que el viaje dura 7 u 8 horas y te dicen que vas a tardar 11 se te cae el mundo encima, porque piensas, "¿y ahora qué hago? Me voy a aburrir como una ostra." Ni libro ni baraja ni nada de nada. Es imposible que estando sentada en medio de la fiesta que era ese avión te aburras, que si uno se te quiere tumbar encima, que si dos se pelean y casi llegan a las manos, que si hay un sonámbulo durmiendo la mona, que si la tripulación se inventa unas supuestas turbulencias para mantener al personal sentado, que si el personal se cansa y se levanta igual, que si uno fuma en los servicios y le quitan el pasaporte... Y entonces llegas y te da un poco igual lo que te cuenten, dejas las cosas en el hotel y te das un paseo por el Malecón. Y se te olvida todo.

He de decir que La Habana me ha encantado, es lo que tiene ir con la mente abierta a lo que sea, y yo iba mentalizada de que me iba a gustar fuera como fuera, y aunque nos tiraran un cubo de (queremos pensar que) agua sucia por la ventana junto al edificio Bacardi, ya ves, me gustó. Todo. Las calles, la gente, y esas cosas que tienen las ciudades. Y La Habana tiene bicis, motos con sidecar y coches: coches nuevos (pocos), coches antiguos (algunos más) y coches viejos (a montones). Y taxis que cumplen las características ya descritas para los coches. Conclusión: había que probar todo medio de transporte posible. Resultado: me han llevado en esto. A simple vista igual no lo parece, pero es un Pontiac del 52 con motor ruso, que produce más CO2 que una incineradora, sin ventanillas (solo queda una viva y está decorada), goteras, cinta adhesiva sujetando piezas y repintado con pintura plástica, cuanto menos. La bolsa creo que no es de serie.

Aviso a navegantes, al malecón hay que ir preparados, bueno, más bien preparadas. En cuanto te despistas aparece un grupo de simpáticos cubanos dispuestos a cantar lo que haga falta, y eso está muy bien, pero también están dispuestos a cantarte al oído, bailar y lo que surja, y eso ya no está tan bien cuando el cubano se hace el sueco. Y no lo digo por experiencia propia, que yo con mi cubano me eché unas risas, pero hay quien llegó a agobiarse, y es que tanto "mi amol" puede llegar a cansar.

¿Qué es imprescindible cuando vas a La Habana? Pues ir a La bodeguita del medio (que más o menos tiene este aspecto) y firmar en la pared, más o menos así.Y, opcionalmente, tomar un mojito. Y luego ir al Floridita a tomar un daiquirí y a ver a Hemingway en la barra, y dejarte los ahorrillos en un coctél que está muy bueno, la verdad. Porque que tu mejor amigo rompa una copa y que todo el bar al completo le aplauda no tiene precio.

Otra de las cosas que tiene la ciudad es que te puedes medio perder por las calles, y que entre la barbería y una señora cosiendo a máquina en la calle te encuentres una "especie de" local de comida rápida, y por un peso (más menos un euro) te puedas comprar 5 bocadillos de "no-se-sabe-muy-bien-qué-pero-está-bueno". Y así acaba tu cuerpo luego, porque aunque hemos estado 5 días (o así, ya pierdo la noción del tiempo) en Varadero, pues como que no es lo mismo, y luego pasa lo que pasa, que dos días antes de volver tu riñón dice "me abuuurrro" igualito de Homer Simpson (Homero por allí) y se entretiene, como ya he dicho antes, jugando a la petanca, piedra va piedra viene. Y yo que nunca tengo un mal y nunca me duele nada, me extraño de ese dolor que empieza bajito para acabar a gritos (literal) y claro, me asusto, (desde aquí doy las gracias a toda esa gente que me tranquilizó diciendome que igual era apendicitis y que me tendrían que operar de urgencia) y llaman por mi al seguro porque yo ya estoy viendo estrellas (y limones) y el seguro ni caso, y el dolor se va y nos echamos unas risas "jajaja, ya vereis lo que nos vamos a reir mañana" y esas cosas. Pero no, el dolor volvió a la hora de la cena, y me pilló en medio del hotel, y a la ambulancia casi no hizo falta ni llamarla porque se me tenía que oir desde España. Vaya momento para que me diera un cólico nefrítico. En Cuba los médicos son muy buenos, pero muchos medios no tienen (las ambulancias y la clínica es para verlo), así que gracias a estas dos premisas he sufrido los mejores efectos secundarios de toda mi vida: Atontamiento, un sueño que te mueres y una visión más borrosa que cuando me quito las gafas (y ya es decir). Gracias Fidel.

Las dos horas de traslado al aeropuerto, las 5 horas de espera en el aeropuerto, las ocho horas de viaje en avión, y las otras dos horas hasta llegar a mi casa más los tiempos muertos intermedios, hacen un total de exactamente día y pico de viaje que terminó de rematarme. Sigo convalenciente y no he ido a clase en toda la semana. La gente me dice que un cólico nefrítico duele más que un parto, pero puedo decir que ya soy la orgullosa mamá de una piedra, que más bien parece una china, y a la que he llamado Li. Por fortuna he encontrado un urólogo que me ha dado cita para este lunes y no para dentro de un mes. Así que espero recuperarme totalmente dentro de poco, que tanta pastilla me está terminando de arreglar.

Y casi se me olvida decir que me he tenido que ir hasta allí para (casi) ligar (o eso o tengo mucha imaginación y sigo sin acertar una). Si me lees desde Vitoria, R, qué pena que te fueras tan pronto.