jueves, febrero 23, 2006

Manual de supervivencia

En plan breve. Para venir a Lisboa hace falta mucho ánimo, porque el tiempo está loco, tan pronto llueve como sale el sol, como hace frío y luego calor (y con esta frase tan chula, Georgie Dann -o como quiera que se escriba- podría hacer un nuevo hit veraniego). Entonces todo empieza cuando sales a las 3 de la mañana de casa (acabo de descubrir cómo poner eñes y estoy emocionada) y llegas a las estación de trenes con una maleta, que, sin exagerar, es más grande que yo, claro que yo no soy muy grande... entras en el vagón con el sitio justo para que pase el equipaje y empieza la aventura, porque lo primero es practicar el levantamiento de peso para esquivar las maletas de otros y colocar la tuya en el altillo, con precaución y ayuda para no descabezarnos. Estamos todos? No. Una compañera llega en el filo del tiempo, cuando ya casi el tren está arrancando, el concepto puntualidad y previsión no abunda por esos lares. Y claro, a las 4 de la mañana todos desvelados, charlamos en fránces (los que charlan, claro, que yo lo tengo oxidadísimo y solo capto palabras) con una chica que va a salamanca de fiesta, tú sí que sabes, pienso. Y la chica se baja y sube un british que desayuna espaguetis, y un maromo nos canta la tortura de Shakira, y hace honor al título, porque solo se sabe una línea y desafina con ganas a grito pelao, y el revisor nos recomienda bajar en una estación que resulta no ser la mejor y vemos amanecer entre brumas y raíles. Y después de varios trenes más y un autobús llegamos al pueblecillo donde está nuestro hotel, pero para llegar, tras dar veinte paseos hasta que te orientan bien, hay que subir una cuesta con un empedrado de lo malo lo peor bautizada con el nombre de la "cuesta de la penitencia", que se hace eterna aunque en días sucesivos, ya sin maletas, comprobemos que no es para tanto. Y la gente es muy maja y nos ayuda mucho y pensamos en qué sería de nosotros si no entendieramos ni papa, y unos eslovacos se sorprenden de que portugueses y españoles nos entendamos cada uno en su idioma, y yo me sorpendo de que a ellos les pase lo mismo con los polacos.

Y en el autobús siempre te encuentras al mismo tipo charlando con el conductor y te llevan hasta el campus, aunque encontrar casa con ayuda del departamento de alojamiento de la universidad es imposible, y después de gastar todas las tarjetas de móvil con saldo gratis que nos habían regalado (aunque aquí yo no tenga móvil) lo mejor fue patearse toda la zona hasta encontrar un sitio, no me quejo, no está mal, pero la vida es injusta y mientras algunos tienen lavadora, secadora, y microondas yo me caliento la leche en un cazo, y por las noches, y por el día, hace más frío dentro que fuera. Tengo una compañera de piso portuguesa, que no para de repetir que es una zona peligrosa y que cierre la puerta al salir y al entrar, y a mi me da cargo de conciencia no hacerlo porque mi llave no funciona bien y siempre dejo abierto. Pero la chica es maja y ya me ha enseñado algunas palabrillas, así he aprendido que la escoba es la basura, aunque no se entonces qué es la basura : /

Y realmente no he hablado nada en portugués y me paso el día charlando en inglés con unos rumanos, bueno, con una rumana, que es la que habla, que ellos son más sosos, y a ver si me enseñan a jugar al ajedrez en condiciones, que a cambio yo les estoy enseñando a jugar con la baraja española, que les hace mucha gracia. Aunque la verdad es que no le encuentro semejanza al as de bastos con una patata, pero bueno.

Y lo primero que hice casi al llegar aquí fue quedarme medio cegata, si, un poco más, porque aún me dura una conjuntivitis que me ha martirizado estos días, diré que lo peor es que una polaca que se dedica a hacer traducciones del inglés al español (para que veais el nivel que se gasta..) te vaya a enseñar el bairro alto y tú no veas nada porque tus ojos dicen basta y no tienes más remedio que llevarlos cerrados (con las gafas de sol y del brazo de un lazarillo de 1'86 ya os podeis hacer idea de la estampa), una vez que te acostumbras y te guían bien no es tan difícil usar las escaleras (mecánicas o no) o coger el metro o el autobús, pero en fin, no es manera. Ahora ya veo bien y el blanco de los ojos vuelve a ser medianamente blanco, no rojo pasión.

Y de las clases no digo nada porque, al igual que tampoco he podido ir a las fiestas, (a causa de los ojos otra vez), las clases empezaban esta semana, pero no tenemos aún el registro en la universidad y ya son casi carnavales y creo que hay conjunción de planetas o algo, porque hasta marzo no empiezo.

Y como nos parece que esto puede dar mucho de sí hay quien decide crear su propio cuento para contar más historias.

sábado, febrero 11, 2006

Resurrección

Bueno, ya está. He terminado. Comienzo a recuperar la forma humana, porque últimamente era más piltrafa que otra cosa. Y esto ha parado a tiempo porque ya estaba empezando a enfermar, y no es broma, que el desgaste mental y físico así, tan a lo bruto, no es bueno para nadie. Pero tanto zumo ha dado su fruto y me he mantenido firme.

Resumiendo:
· El hombre gris sigue en su línea, se comporta igual en cualquier situación y me va a complicar la última semana que me queda.
· Hemos descubierto que la chica solitaria sale con el chico calabaza, pero que pasa de él. Y me da pena.
· Un día soñé que circuleaba un cuadrado. Ahí queda eso.
· Grabamos paranoias en video, suerte que voy de incógnito.
· Me hago fotos con cajas graciosas que veo por la calle.
· Viví la "Operación chamusquina" en primera persona, no todos los días me escupe fuego la caldera, milagrosamente no me quemé aunque el flequillo... en fin.
· Quedo por la mañana para estudiar y cuando ya estoy casi saliendo por la puerta me avisan de que llego dos horas antes de lo previsto (ya decía yo que estaba todo muy oscuro...)
· Soy la orgullosa dueña de una camiseta de edición limitada a 35 unidades jiji.
· Termino feliz los exámenes, por terminar, no por otra cosa...
· Compro cosas ricas, tarta, regalos, globos y visito el paraíso de las golosinas, me reprimo y solo compro una bolsa de caramelos de 1 kilo, la bolsa, no los caramelos, pero preveo volver antes de marcharme, que hay que aprovisionarse.
· Y me voy de cena, de despedida, de fiesta, de cumpleaños... hasta el lunes no me estreso, hala.