viernes, marzo 17, 2006
Incertidumbres varias
Sigo asentándome, y descubro que mi huella ecológica varía según en qué país me encuentre, y me siento culpable de que aquí sea mayor. Y no se qué ocurre fuera y no se qué ocurre dentro, y con esta sensación de no saber qué va a pasar pasan los días, y nos vamos de miniexcursión, y los planes cambian cuando llegamos así que vamos a ver una exposición sobre Frida Kalho, y algunos no quieren pero luego les gusta. Y ya he elegido todas mis asignaturas y tengo mucho tiempo libre, para pasear, para perderme en medio de la nada y descubrir caminos nuevos, ciudades nuevas. Y ya tengo música, que vivía en medio del silencio, y es la primera vez que alguien me dice que "Salven las sirenas" parece de dibujos animados. Y a pesar de estar rodeada de tanta gente a veces me siento sola y a veces no, y nunca se cuando aparecerá esa sensación.
martes, marzo 07, 2006
Tan cerca, tan lejos
Y ya empecé las clases, y no hay regocijo, porque cuando ves en el horario que tienes dos horas seguidas piensas que van a hacer un descanso en el medio, pero no, te las dan todas de golpe y a mi saben a sobredosis, no tengo acostumbrado el cuerpo, y tampoco los rumanos según parece, tengo que preguntar a los nativos a ver qué opinan aunque no se porqué me parece que también les resulta excesivo, eso de salir y entrar en las clases cuando te apetece no lo hemos visto los foráneos, seamos de donde seamos, y es que entrar en el aula 15 minutos antes de que acabe la clase ya es pasarse un poco, no? El curso de portugués también comenzó, y he aprendido las vocales, que resulta que hay más sonidos vocales que consonantes, y me desconcierto más. Creo que definitivamente me paso al rumano, aunque mi vocabulario casi se reduzca a hola, guisantes, pollo y naranja, y otras vocablos de fácil identificación, es lo que tienen las lenguas románicas.
Y ya he acudido a eventos de índole social, tales como desfile de carnaval por el pueblo vecino, fiesta nocturna de disfraces en la universidad y cumpleaños de gente a la que no conoces pero vas, porque esto consiste en ir. Y entonces en el desfile vea a gente rara, pero rara de verdad, que no sabes si van disfrazados o son así, y te disfrazas para ir a la facultad, porque eso tenemos que importarlo, que no cierre de noche ni fines de semana y que tenga un salón social de fiestas, aunque la música sea lo peor, que solo sonaron 2 canciones conocidas y lo demás era simple ruido, y un auditorio donde puedes ver películas en formato cine, y te apuntas a cumpleaños ajenos en residencias ajenas, y conoces a una polaca que baila sola y a la que te presenas cuatro días después en la cantina, porque aquí no hay comedor, hay cantina. Y la verdad es que yo me paso el día en la residencia, porque hay más ambiente estudiantil y además tienen juegos. Que los canales de televisión son los mismos en todos lados, que tampoco están tan mal según la hora a las que los pongas, pero que a todas horas en alguno hay una telenovela, si no es la misma, que no me estraña que estén todos enganchados por muy malas que sean porque no hay otra cosa y aunque importaron 7 vidas, aquí no es nada gracioso, y todos los personajes son copias cutres de los originales, con errores de percepción, eso sí, que Sole se parece más a Concha Cuetos que a Amparo Baró y no sabe ni dar collejas, eso sí, los decorados idénticos.
Y estoy experimentando un encanto por lo añejo, por lo rural, decandente en algunos casos, porque pasear por lisboa es una mezcla de todo, me fascinan los edificios con azulejos en la fachadas, las chimeneas industriales entre balcones oxidados y los hoteles y edificios de ofininas en medio de todo aquello. La ciudad de las siete colinas es sin duda una ciudad de contrastes.
Y ya he acudido a eventos de índole social, tales como desfile de carnaval por el pueblo vecino, fiesta nocturna de disfraces en la universidad y cumpleaños de gente a la que no conoces pero vas, porque esto consiste en ir. Y entonces en el desfile vea a gente rara, pero rara de verdad, que no sabes si van disfrazados o son así, y te disfrazas para ir a la facultad, porque eso tenemos que importarlo, que no cierre de noche ni fines de semana y que tenga un salón social de fiestas, aunque la música sea lo peor, que solo sonaron 2 canciones conocidas y lo demás era simple ruido, y un auditorio donde puedes ver películas en formato cine, y te apuntas a cumpleaños ajenos en residencias ajenas, y conoces a una polaca que baila sola y a la que te presenas cuatro días después en la cantina, porque aquí no hay comedor, hay cantina. Y la verdad es que yo me paso el día en la residencia, porque hay más ambiente estudiantil y además tienen juegos. Que los canales de televisión son los mismos en todos lados, que tampoco están tan mal según la hora a las que los pongas, pero que a todas horas en alguno hay una telenovela, si no es la misma, que no me estraña que estén todos enganchados por muy malas que sean porque no hay otra cosa y aunque importaron 7 vidas, aquí no es nada gracioso, y todos los personajes son copias cutres de los originales, con errores de percepción, eso sí, que Sole se parece más a Concha Cuetos que a Amparo Baró y no sabe ni dar collejas, eso sí, los decorados idénticos.
Y estoy experimentando un encanto por lo añejo, por lo rural, decandente en algunos casos, porque pasear por lisboa es una mezcla de todo, me fascinan los edificios con azulejos en la fachadas, las chimeneas industriales entre balcones oxidados y los hoteles y edificios de ofininas en medio de todo aquello. La ciudad de las siete colinas es sin duda una ciudad de contrastes.
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