No existe el mundo perfecto

Qué cansada es la vida mirando siempre arriba.
Y escondiéndose tras escritorios.
Y mirando reflejos en grandes ventanales.
Me gustan las corbatas.
Y las ilustraciones (aunque no todas).
Siempre olvido regar las plantas, luego les pido perdón.

Me sube la bilirrubina

· Al llegar la busco con la mirada.
· Me descubro realizando miradas furtivas como una stalker cualquiera.
· Coordino los descansos para coincidir al menos unos minutos e iniciar, oh casualidad, una conversación.
· Prefiero que esté sola para no quedar en evidencia ante terceros.
· Evito sentarme a su lado en el autobús.
· Me desconcentro cuando me sonríe; y me pongo nerviosa.

Mañana voy al médico pero creo que el diagnóstico es claro y no lo cura la aspirina.

Me afecta (aunque no te lo digo)

Me dijeron que este trabajo era lo peor, y no me lo creí. Ahora me arrepiento. No sirvo para estar allí. No puedo trabajar para una empresa que se desentiende de sus empleados y de sus clientes, que son los que la mantienen, que con sus políticas nefastas provoca la ira o la deseperación del cliente y espera que sea el último eslabón de la cadena el que lo resuelva, pues la responsabilidad se diluye tanto que es inexistente, y donde en el último escalón estamos nosotros, por debajo incluso del cliente maltratado, y donde a nadie le importa que ayer me sintiera una mierda trabajando para ellos.