Me dijeron que este trabajo era lo peor, y no me lo creí. Ahora me arrepiento. No sirvo para estar allí. No puedo trabajar para una empresa que se desentiende de sus empleados y de sus clientes, que son los que la mantienen, que con sus políticas nefastas provoca la ira o la deseperación del cliente y espera que sea el último eslabón de la cadena el que lo resuelva, pues la responsabilidad se diluye tanto que es inexistente, y donde en el último escalón estamos nosotros, por debajo incluso del cliente maltratado, y donde a nadie le importa que ayer me sintiera una mierda trabajando para ellos.
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