No me voy a poner a enumerar mi rutina diaria, porque es eso: rutina, nada fuera de lo normal. Solo diré que, más o menos cada día, reviso el correo (el de papel y el digital), en el tradicional, el que trae el cartero que me despierta (casi) todos los días, solo hay facturas. En el digital recibo cosas más interesantes... cuando puedo entrar. Desde hace unos días todo intento se traduce en un bucle de una dirección a otra que nunca llega a ningún sitio. He probado dos navegadores diferentes y empiezo a pensar que es una conspiración, o similar. El caso es que yo también, a veces, doy muchas vueltas para, al final, no llegar a nungún lado y acabar mareada.
Ayer hablé por teléfono con D. (qué haría yo sin D.) y llegué a la conclusión de que, otras veces, doy muchas vueltas para acabar llegando al principio, a lo que ya sabía, y reconocer que es así, que siempre ha sido así, y abro todas las ventanas y pongo la música a todo volumen mientras pienso en bichos, en agua y en B. que, por fin, me hace caso.
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